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EL LADO DURO DE LA REALIDAD

  • Amayrani Mince Alvarez
  • 18 feb 2021
  • 2 Min. de lectura

Desde hace dos meses a Lucia Villaseñor Méndez le cambió la vida por completo, luego de que su esposo falleciera de COVID-19 y es que no solo fue la lamentable perdida, sino que algunos de sus familiares quedaron contagiados y quienes no han podido ser atendidos adecuadamente, ya que los hospitales se encuentren llenos y con falta de equipo para atender a los pacientes este fue el caso de una clínica que no le pudieron recibir a sus familiares por dicha situación y la opción de un hospital particular es algo difícil por la situación económica.

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El lavarse las manos frecuentemente ya es algo cotidiano, llevar su gel antibacterial incluso una botella de alcohol es algo que ya es rutina menciona que en la mayoría de lugares a veces no tienen esas restricciones, mucho menos en el transporte público, pero tampoco puede dejar de trabajar teniendo familiares enfermos entre ella su mamá de 68 años, y su hijo de 19 años es ella quien se está haciendo de todos los cargos y a quienes tiene en cuarentena en otra casa y solo deja a pasarles comida para esto ella tiene que usar guantes, cubrebocas, careta, y comenta que se pone bolsas para protegerse lo mejor posible. Hoy en día encontrar un tanque de oxígeno es una verdadera batalla se escasea además de que su costo es algo elevado en este caso quien más le preocupa es su mamá por ser una persona adulta y más sensible teme que empeore esta situación, pero no pierde la fe de que mejorara y pronto se le podrá poner la vacuna, su hijo está un poco más estable ha tenido que recurrir a tratamientos naturales desde tés, ungüentos, entre otras cosas asegura que no se han recuperado muy bien del todo, pero que por ratos se estabilizan.

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